BITÁCORA DE VIAJE DE FORTÚM XIMÉNEZ
-DESCUBRIDOR Y CONQUISTADOR DE LA ISLA DE LA CALIFORNIA-
A Mario y Sofía,
naturales de la California
Sabed que a la diestra mano de las Indias, hubo una isla llamada California, muy llegada a la parte del paraíso terrenal, la cual fue poblada de mujeres negras, sin que algún varón entre ellas hubiese, que casi como las amazonas era su manera de vivir. Estas eran de valientes cuerpos y esforzados corazones y de grandes fuerzas. La ínsula en sí, la más fuerte de riscos y de bravas peñas que en el mundo se hallaba, las sus armas eran todas de oro y también las guarniciones de las bestias fieras, en que después de haberlas amansado cabalgaban, que en toda la isla no había otro metal alguno.
Las Sergas de Esplandián,
Garcí Rodríguez de Montalvo,
Sevilla, 1510.
I
En el confín siniestro
de los mares ocultos,
con el oro poniente
a la mano derecha,
se levanta una isla
de mujeres salvajes,
que cabalgan en fieras,
que domestican hombres,
que comen carne seca
por el sol del desierto.
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La llaman California,
es rica en soledades,
sus más menguados frutos
aligeran la sed;
irrumpen en sus costas
encontradas corrientes,
lunas bobas de pesca,
jabalíes rabiosos,
enconados insectos
y memorias de piedra.
Fechado y firmado el día de San Florencio, 27 de octubre del año de la gracia de 1533 años, a los 15º grados de altura del polo boreal, en el puerto de Teguantepeque, por mí, cosmógrafo y marino, Fortúm Ximénez.
II
El marqués nos envía
aparejos, vituallas,
armas, esclavos negros;
sobre Teguantepeque
el alba nos anuncia
que son buenos los vientos.
Sólo esperamos órdenes.
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Hernando de Cortés
besa por las mejillas
a su cuñado Diego:
“Esos mares del Sur
serán nuestra ventura;
coged todas las perlas,
los oros, los diamantes
y vuelve aquí mi hermano
a gozar tu cosecha.”
El Diego de Becerra
traga el cuerpo de Cristo,
alza el cuello y nos grita:
“¡A soltar las amarras!”
Fechado y firmado el día de San Cenobio, 30 de octubre, en el puerto de Teguantepeque, el año de la gracia de 1533 años, en ocasión de zarpar para los mares del Sur en el navío Concepción, por mí, Fortúm Ximénez, piloto mayor y cosmógrafo de esta misma nao.
III
Astrolabio acusando
tormentas o cometas,
la bóveda celeste
da largo vuelo al viento,
brújula fatigada
por el norte amoroso:
Oriente, Occidente,
Septentrión y mediodía.
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El ángel que mis ojos
no se atreven a ver,
dibuja pentagramas
en círculos de arena,
los trazos prefiguran
los soles, las mareas,
el desvelado espacio
que los cielos suponen.
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Ya la nave aligera
su carga por la borda;
la tormenta vecina
ha soplado en los flancos,
suben por la madera
las altas olas grises
arrastrando en su furia
los aperos de guerra.
Las aguas estruendosas
fatigan los confines
dañados de cubierta.
El capitán aturde
las bocinas de mando
en el puerto de proa.
Ya los mástiles rotos,
el timón a deriva:
sólo un hombre sujeta
su destino en babor.
Ningún pájaro anuncia
la violenta hecatombe.
Fechado y firmado el día de San Nemesio, 31 de octubre del año de la gracia de 1533 años, en la alta mar, hacia los 22º grados de altura del polo boreal, frente a las costas de la Nueva Galicia; por mí, Fortúm Ximénez, piloto mayor del Concepción.
IV
La nave del Grijalva
se perdió en la tormenta
(Dios los tenga en la Gloria).
El capitán Becerra
nos trata como esclavos;
me dice que es locura
pensar en California:
“Son cuentos de poetas
que nunca han visto el mar.”
Fechado y firmado el día de Todos los Santos, 1 de noviembre del año de la gracia de 1533 años, en la mar alta hacia los 20º grados, altitud geográfica, por mí, Fortúm Ximénez, piloto mayor del Concepción.
V
La penumbra del cuarto
nos oculta las caras,
el brillo de puñales
dice que somos seis.
Mi hermano Pero encaja
su daga por el cuello,
los demás en el vientre,
para mí el corazón.
Fechado y firmado el día de Santa Isabel, 5 de noviembre del año de la gracia de 1533 años, frente a las costas de la Nueva Vizcaya, en la bahía de Topolobampo, por mí, Don Fortúm Ximénez, Comandante y Gobernador de las aguas de los mares del Sur, con asiento en el Navío Mayor del Concepción.
VI
Cuatro monjes me piden
los acerque a la costa,
me llaman “Excelencia”
y me dan bendiciones.
En un puerto seguro
descienden los heridos
junto con las sotanas.
Fray Fermín, franciscano,
prefiere acompañarnos.
Fechado y firmado el día de San Severo, 8 de noviembre del año de la gracia de 1533 años, en el puerto bautizado por mí como Motines, a los 18º grados de altura del polo boreal.
Yo
Su Excelencia
Don Fortúm Ximénez
Comandante del Navío Concepción y Gobernador General de las aguas todas de los mares del Sur.
VII
En el alba se escucha
el grito: ¡Tierra, tierra!
¿Es muy grande la ínsula?
pregunto apresurado;
en lo alto del mástil
Pero Ximénez dice:
“Es una nueva Albión.”
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Los hombres codiciosos
saltan en tierra y buscan
las perlas de sus sueños.
Las talegas de cuero
rebozan de riquezas:
conchas multicolores,
grandes piedras de oro,
esmeraldas purísimas.
Fechado y firmado el día de San Alejandro, 24 de noviembre del año de la gracia de 1533 años, en el puerto llamado por mí de la Santa Cruz, de la Gran Isla de la California; siendo este día el más glorioso de mi vida, pues he descubierto a los ojos del mundo las más pingües y dilatadas tierras del orbe, ricas en perlas, oro y demás riquezas y fortunas que contiene esta Nueva Albión en punto de los 28º grados de altitud del polo boreal. Yo, Capitán del Navío Concepción y Primer Descubridor y Conquistador y Gobernador de la Nueva Albión, también llamada Gran Isla de California y de las aguas de todos los mares del Sur.
Su Excelencia Don Fortúm Ximénez
VIII
Enjaezados de oro
negros leones cabalgan,
mujeres a horcajadas
se acercan a la playa,
nos miran con recelo
más negras y más fieras.
Un arco tensa el aire
de la primera flecha.
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Nos ha sembrado guerra
su semilla de muerte,
nuestros cuerpos florecen
pitahayas agoreras,
negros pájaros graznan
el final de la tarde.
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Se escuchan ya los cuernos
que llaman al descanso,
los guerreros aguardan
el reposo justísimo
en la hoguera nocturna.
Fechado y firmado el día de Santa Catalina, 25 de noviembre del año de la gracia de 1533 años, en el puerto y bahía de Santa Cruz, después de presentar singular batalla en el campo del honor.
Yo, Fortúm Ximénez
IX
Este ángel terrible
sujeta la batalla,
en la risa del ángel
hay caballos azules,
desventura de cuerno
donde la carne es gota,
la más virtuosa espada
en la roca del mundo.
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Las mujeres desnudas
nos toman por sorpresa,
hincándonos los dientes
urgiéndonos las ropas,
en mitad de la aldea
como los animales
a todos nos obligan:
Clérigos ni soldados
ya nadie se defiende.
¿No somos prisioneros?
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Cambujos tornatrás
se han llevado mi barco.
Enfilaron la proa
con su cara al oriente
pero la mascarona
me busca en las orillas.
Se hinchan ya las velas
con el viento levante
y lo miro partir.
Fechado y firmado el día de San Facundo, 27 de noviembre del año de la gracia de 1533 años, en el poblado de Pichilingue-Guaycura, despojado de mi embarcación por amotinados ventajosos que me han llevado el Concepción y puesto prisionero de negras mujeres amazonas en algún lugar de mis dominios.
Yo, Su Majestad Fortúm I
Emperador Cautivo de la Callida Fornax.
X
Negra Reina Calafia
me revisa los dientes,
sus altos pechos duros
azotando mi rostro,
sujeta, garra fina,
mis ocultos pudores;
licor de frutas agrias,
langostas, abalones,
sobre pieles de tigre
me pongo a su servicio.
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Pétalos de hierro sangran
los caminos de enero,
pájaros de la piel
rompiéndose en la lluvia,
las muchachas cabalgan
sobre tigres esféricos,
todo es más real
en la ventana del ojo.
Fechado y firmado en el día de San Basilio, 2 de enero del año de la gracia de 1534 años, hallándome cautivo en el poblado Pichilingue-Guaycura y siendo sujeto de matrimonio con la Reina Calafia para unir los vastos dominios de mis dilatadas posesiones por temor a que un revés de fortuna les imponga el merecido castigo que les he preparado.
Fortúm Ximénez, Imperator Callida Fornax
XI
En el desierto invierno
donde bastan mis fuerzas
hay detalles de puentes
de tronos y palacios,
ajadas las columnas
por el sol y los vientos,
restos de lo pasado
en las lanzas del sueño.
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En verano las casas
son de ramas y lodo,
en invierno prefieren
refundirse en las cuevas,
en la orilla de un río
de la sierra a la costa,
trafican con sus vidas
y edifican sus sueños.
Fechado y firmado en Concho, gran pueblo de la California, el 7 de mayo en el año de la gracia del 34 de este siglo que corre.
Fortúm Ximénez
Imperator Callida Fornax
XII
Cuando alguno se muere
lo queman con su casa
sus arcos y sus flechas,
su bule, sus memorias;
que ya nadie recuerde,
al menos por un año,
ni el nombre ni la cara.
Y el espíritu libre
regresará a la tierra
convertido en sahuaro.
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En incómodas cuevas
piedras labradas hablan
de gigantes, demonios,
espirales de huesos,
venados de seis patas.
Fechado y sin firmar el 12 de agosto en la Sierra Cucapae, 36º grados, 1534 años.
XIII
Por el cristal del aire
rasga el tiempo las voces,
el potro del tormento,
el látigo cansado,
el karma de la fiera
en el filo del agua.
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Los dioses son el hambre
el frío y el calor,
los demonios el miedo,
la víbora, el coyote.
La ceremonia diaria
de buscar la comida.
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Los retretes soleados
improvisan graneros,
semillas carcomidas
por el viento y el agua,
un océano de estiércol
cultivado en sequía,
los nativos preparan
la segunda cosecha.
Con fecha y firma en el último confín de mis dominios, yo, Fortúm Ximénez, Emperador de la California, me estoy riendo de mí mismo.
FXICF
21/agosto/1534 años
Laguna Salada
XIV
Mis ojos abren luces
y mis manos son puertas,
abismos tenebrosos
las ingles, los sobacos.
La sífilis avanza
donde yo ya no existo.
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Fray Fermín se ha sentado
con mujeres y niños
alrededor del fuego;
con la cruz en la mano
les dicta la doctrina:
“Dios es uno y es tres,
son siete los pecados,
abajo está el infierno.”
Las mujeres se ríen
y se tocan los senos.
Fray Fermín recomienza:
“Dios es uno y es tres…”
Con fecha y firma en el puerto de Santa Cruz, ciudad capital del Reino de la California, el 1 de enero del año de la gracia de 1535 años, y con el corazón resuelto a dejarme morir a mano del tiempo, dicto mis últimas ilusiones.
Fortúm Ximénez
Emperador de Sí Mismo
XV
Mis hombres están tristes,
sus ojos se detienen
sobre el mar despiadado.
Esperan que alguien vuelva
con el viento en la tarde.
Yo ya no espero a nadie,
voy cumpliendo gozoso
otra viva conquista:
Emperador de mí,
mi reino es mi cabeza.
**********
Regresarán, lo sé.
¿Quién enmienda el destino?
¿Quién sujeta la suerte?
Regresarán por mí
como se vuelve al sueño.
En Finis Terrae, Cabo San Lucas, 18 de abril, 1535 años.
XVI
Va entrando en la bahía
mi barco Concepción,
quinientas cuatro velas
más alta es mi memoria.
¿En dónde está mi tierra?
Quizá el Marqués del Valle
me haga Gobernador
o al pase por la quilla
en venganza a Becerra.
Mi reino es de otro mundo.
**********
Asómate a la playa
con el talón ligero,
en la arena fecunda
simula tus cenizas;
acércate a la sombra
de los negros bajeles,
donde al final del tiempo
volverán tus historias;
inclínate en el vasto
territorio encendido,
donde el oleaje azota
y el aire se enmudece;
arrójate a las sombras
febriles y difusas
de tus primeros años,
de tus íntimas Troyas.
Fechado y firmado el día de mi santa muerte, 3 de mayo del año de la gracia de 1535 años, en el gran puerto y bahía de la Santa Cruz, de la California, a los 28º grados de altura del polo boreal; yo, Fortúm Ximénez, Primer Descubridor y Conquistador y Emperador y Rey de la Nueva Albión, también llamada Gran Isla de la California o Callida Fornax y Gobernador absoluto de las aguas de los mares del Sur; declaro que renuncio a todos mis bienes y posesiones sobre esta tierra y ofrezco con toda la humildad de mi corazón, mi alma a Dios y mi cuerpo al Mar Bermejo.
sábado, 1 de marzo de 2008
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