martes, 26 de febrero de 2008

Nota a la edición

La editorial Joaquín Mortiz se ha propuesto recuperar la sana costumbre de registrar el paso de la poesía a través de los periódicos y de la revistas del país, con un aparato técnico que exige puntualidad en cuanto a fuentes consultadas y requisitos indispensables para su selección y reproducción. Son muchos, muchísimos los poemas que podemos encontrar en las páginas de las publicaciones mexicanas. Recuperar de ese universo una muestra de lo más notable, es un ejercicio crítico al tiempo que un reconocimiento del gusto de la época. La maestra Elsa Cross ha tomado con gran generosidad su cometido. Esta edición recoge los poemas que, sin duda, producirán un gran eco en el alma del lector, y quedarán aquí fijados para su permanencia en el tiempo.

Queremos agradecer a las editoriales originales que nos permitieron la reproducción de poemas cuyos autores nos fue imposible localizar, así como la disposición de aquellos que participaron limando alguna errata o alguna adjudicación errónea. La colaboración de Mijail Lamas fue determinante para la consecución de nuestros propósitos en el acopio de materiales hemerográficos, así como la amable ayuda de María Guadalupe Ramírez de la Biblioteca de México, y de Patricia Goenaga de la Fundación para las letras mexicanas.

Luis G. Urbina en el estudio preliminar a la Antología del Centenario se preguntaba si la poesía mexicana existía, se decidió por decir que no, que la literatura mexicana hasta 1810, "conservó su fisonomía neta y absolutamente española", que era una rama o prolongación de la literatura hispana del siglo XVIII; años después en La vida literaria en México, aunque no del todo convencido, afirmó que la poesía mexicana era reconocible por su melancolía, así como la arquitectura lo era por la maravillosa y propia piedra llamada tezontle. Hemos buscado aquí, en la cantera mexicana, el tezontle de nuestra tradición poética.

Mario Bojórquez

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